Aproximadamente 86.000 millones de células cerebrales trabajan dentro del cráneo de tu hijo adolescente, comunicándose a través de 150 billones de sinapsis. Entonces, ¿por qué los estudiantes de secundaria no pueden recordar el Tratado de Versalles, conjugar verbos en español o descifrar la tabla periódica?

¿Por qué sus tontas neuronas no aprenden mejor? ¿Qué ocurre?

El problema, dicen los científicos del aprendizaje, no es que los adolescentes sean vagos o tontos. En cambio, puede tener mucho más que ver con la forma en que se les enseña. Piensa en cómo se ve la clase típica de la escuela secundaria: los estudiantes se sientan pasivamente en filas mientras escuchan las conferencias de los maestros al frente del aula. Luego, se van a casa para prepararse para una prueba. Una vez realizada la prueba, olvidan la mayor parte del material en unos días. Y así lo hacen una y otra vez. ¿Qué sentido tiene si realmente no están aprendiendo lo que se les enseña?

La ciencia del aprendizaje, basada en nuestra comprensión de la neurociencia, sostiene que muchas estrategias de enseñanza tradicionales no consideran cómo funciona el cerebro de un adolescente. Los recientes descubrimientos sobre el aprendizaje basado en el cerebro están demostrando que este no solo les da energía a los estudiantes de escuela secundaria, sino que también les ayuda a los adolescentes a absorber y retener información.

Que los adolescentes se distraigan durante geometría euclidiana o que citen a influencers del sitio de redes sociales TikTok en un artículo expositivo no siempre significa que estén aburridos o sean perezosos, argumenta la neuróloga y maestra Judy Willis, coautora de Research-Based Strategies to Ignite Student Learning: Insights from Neuroscience and the Classroom (Estrategias basadas en la investigación para impulsar el aprendizaje de los estudiantes: conocimientos de la neurociencia y el aula, enlace en inglés). “Las demandas a los estudiantes están destruyendo su curiosidad natural y la alegría de aprender”, dice Willis.

Los científicos del cerebro sugieren que los estudiantes aprenden mejor la información si trabajan en lo que se conoce como el “estado de flujo”. Esta mentalidad se alcanza cuando su conciencia está completamente “en la zona”, completamente enfocada en actividades que encuentran tan placenteras que el tiempo vuela y todas las distracciones desaparecen. Pon a prueba estas estrategias de aprendizaje basadas en el cerebro que pueden ayudar a los adolescentes a entrar en este estado abierto de aprendizaje más productivo y agradable.

6 estrategias de aprendizaje y habilidades de estudio basadas en el cerebro

1.Interrumpir la conferencia

Las conferencias largas, un elemento básico indigerible de las dietas académicas de la escuela secundaria, son uno de los mejores ejemplos y los peores infractores de cómo los métodos de enseñanza de la vieja escuela no funcionan para el cerebro adolescente. ¿Qué hay exactamente de malo en las conferencias ininterrumpidas que no tienen pausas ni participación, aparte de una sesión de preguntas y respuestas de 10 minutos justo antes de que suene la campana? Un metanálisis de 225 estudios (enlace en inglés) realizados en la Universidad de Washington descubrió que los estudiantes en las clases de conferencias largas tenían 1,5 veces más probabilidades de reprobar que los estudiantes en las clases de aprendizaje activo, y los puntajes de los exámenes eran un 6 por ciento más altos en las clases de aprendizaje activo.

Muchas estrategias de enseñanza tradicionales no consideran cómo funciona el cerebro de un adolescente.

Las conferencias largas impiden la comprensión del estudiante porque después de 10 minutos, la capacidad del cerebro humano para recordar hechos y conceptos declina rápidamente. Los adolescentes necesitan un “descanso cerebral” cuando están sobreestimulados, dice la neurocientífica Willis. El estrés, la frustración y el aburrimiento de escuchar y tratar de captar una enorme cantidad de información nueva en una conferencia larga a menudo apaga el cerebro adolescente, bloqueando una mayor absorción y aprendizaje.

Eric Jensen, autor de Brain-Based Learning: The New Paradigm of Teaching (Aprendizaje basado en el cerebro: el nuevo paradigma de la enseñanza, enlace en inglés), les aconseja a los maestros que interrumpan estratégicamente sus conferencias con lo que él llama “herramientas para la participación”, para mantener a sus estudiantes atentos y llenos de energía. Para que sean efectivas, él dice que las herramientas de participación deben usarse cada tres minutos, empleando, entre docenas de técnicas que recomienda (enlace en inglés), desde demostraciones reveladoras y accesorios hasta juegos de llamadas y respuestas e interacciones con compañeros de clase.

2. No olvidaremos…¿qué?

Memorizar es necesario para aprender, pero muchos métodos de la vieja escuela no funcionan, según los científicos del aprendizaje. Una investigación de la Universidad de Washington (enlace en inglés) concluyó que el hecho de que los estudiantes relean libros de texto y notas es una técnica de memorización ineficaz.

Algunas estrategias mucho mejores son el uso de tarjetas didácticas y autoevaluaciones, que pueden incluir plantearse posibles preguntas de redacción o inventar problemas matemáticos y científicos para resolver. Los científicos también les aconsejan a los estudiantes que utilicen esquemas y diagramas de flujo para asociar la nueva información que están aprendiendo con el material que ya comprenden. El conocimiento nuevo y antiguo siempre deben estar conectados, dice Willis, porque la familiaridad aumenta la capacidad de recuerdo. ¿Cómo sucede esto? El reconocimiento del cerebro, de incluso una sola palabra, activa y reactiva los patrones de memoria en la corteza cerebral, creando la sensación de “recuerdo esto” que reduce el estrés.

Willis cree que los exámenes de práctica en clase, sin riesgos y sin calificación, también fomentan la memorización porque un examen exitoso les da a los estudiantes una “muy buena liberación de dopamina, bañando al cerebro de profunda satisfacción para que quieran volver a hacerlo”.

3. La práctica hace que el aprendizaje se base en el cerebro

La repetición se considera, a menudo, como el método que más induce al coma para recordar información. Aun así, aprender el mismo material una y otra vez (y una y otra vez) mantiene el cerebro interesado si se hace correctamente. El truco, según las investigaciones (enlace en inglés), consiste en utilizar métodos de memorización novedosos que hagan que el aprendizaje se quede. “El hipocampo del cerebro (que tiene un papel importante en el aprendizaje y la memoria) le da prioridad al descubrimiento y procesamiento de nueva información”, explica Willis. “Y luego, una vez que la has escuchado, deseas conectar esa nueva información con lo que ya conoces”.

Convierte el material en una rima o canción, haz que los estudiantes hagan carteles o trabajen solos o con un compañero para crear divertidos dispositivos de memoria. Las recompensas, como los premios y reconocimientos positivos, también son formas maravillosas de alentar a los estudiantes a esforzarse a memorizar mecánicamente. ¿La ciencia detrás de esto? Como en un videojuego, las recompensas hacen que sus cerebros se activen con una satisfactoria dosis de dopamina.

4. El aprendizaje activo y la fragmentación

Dos estrategias de memorización exitosas adicionales son el aprendizaje activo y la fragmentación (enlace en inglés). La fragmentación es sencillamente una técnica que divide grandes cantidades de contenido en categorías más pequeñas, lo que hace que cada “fragmento” sea más fácil de procesar y recordar.

Como su nombre lo indica, el aprendizaje activo (enlace en inglés) es un enfoque educativo que involucra activamente al estudiante en su educación. Un estudio sobre los estudiantes de bioquímica (enlace en inglés) en UC Santa Barbara descubrió que aquellos que estaban inscritos en el plan de estudios de aprendizaje activo tenían puntajes de prueba consistentes y estadísticamente más altos. El aprendizaje activo puede incluir, por ejemplo, juegos de roles, proyectos grupales, enseñanza entre pares, debates y demostraciones de los estudiantes seguidos de discusiones en clase.

5. Nuestros cerebros pueden crecer como los músculos

La mentalidad de crecimiento (enlace en inglés), descrita por primera vez por la investigadora de Stanford Carol Dweck, es el reconocimiento de que la capacidad de nuestro cerebro para aprender no es estática ni está destinada a ser inteligente o no. Más bien, la capacidad del cerebro de ser moldeable permite que nuestros poderes cognitivos se fortalezcan cuanto más los usamos.

Los maestros que enfatizan la mentalidad de crecimiento pueden ayudar a los adolescentes a desarrollar su inteligencia (enlace en inglés), al desarrollar su comprensión de que el aprendizaje los hará más inteligentes. En Teaching with Poverty in Mind (Enseñando teniendo en cuenta la pobreza, enlace en inglés), el autor Eric Jensen describe cómo se ha demostrado que una mentalidad de crecimiento es especialmente beneficiosa para los estudiantes de familias empobrecidas.

6. Utilizar potenciadores del cerebro y del cuerpo

Los científicos del cerebro saben que el cuerpo está estrechamente relacionado con el cerebro. Tocar música, hacer ejercicio, comer bien y meditar mejoran las capacidades del cerebro. “Muchas investigaciones recientes apuntan especialmente a la importancia de la actividad física y los deportes”, dice Jensen. “Nuestro desafío, sin embargo, es que muchos maestros dicen que no tienen tiempo para eso”. ¿Consejo para los padres? Anima a tu hijo a participar en esas actividades que estimulan el cerebro fuera del aula, lo que mejorará su rendimiento académico.

Dormir es otra actividad estimulante para el cerebro que es especialmente útil. “De ocho a 10 horas diarias es bueno para los adolescentes”, dice Willis, quien enfatiza que dormir más es crucial para una función cognitiva saludable. “Los primeros ciclos del sueño son superficiales. Es el sueño posterior lo que es más importante. Ahí es cuando la memoria se incorpora”.

Los adolescentes a menudo se resisten al sueño, pero los padres pueden ayudar separándolos gentilmente de sus dispositivos electrónicos, animándolos a que se vayan a la cama más temprano y reciten al estilo de Ben Franklin: “Acostarse temprano nos ilumina cuando nos levantamos. Mi adolescencia será saludable, fructífera y sabia”.