La escuela KIPP Academy Lynn Collegiate High School tenía un problema. Sin embargo, no era un problema académico. La escuela chárter en Lynn, Massachusetts, contaba con un admirable historial de brindar una educación de calidad y preparar a los estudiantes afroamericanos y latinos de familias de bajos recursos para la universidad.
“Nuestro contenido académico se mantenía al nivel del grado o por encima de él”, señala Nikki Barnes, directora ejecutiva de KIPP Massachusetts (KIPPMA), que supervisa las escuelas chárter de KIPP en el estado.
Sin embargo, una encuesta a los exalumnos reveló una sorpresiva verdad que las altas puntuaciones en las pruebas, las excelentes calificaciones y los notables índices de admisión a la universidad de Lynn Academy no revelaron. Sí, los estudiantes estaban preparados académicamente para la universidad o para una profesión. Pero después de graduarse, muchos reportaron sentirse perdidos tras salir de la estricta y estructurada escuela. Barnes explica que muchos afirmaron no saber administrar su tiempo, defender sus propios derechos ni pensar de forma independiente (todas estas son habilidades cruciales para alcanzar el éxito profesional).
Ampliando el significado de “éxito escolar”
La administración de KIPPMA se tomó en serio la crítica, reconoció que haber priorizado el contenido académico definido perjudicó a sus numerosos estudiantes latinos y afroamericanos. Estaban ignorando la cultura y la identidad de los adolescentes. Si el limitado enfoque académico de la escuela secundaria dejaba a los estudiantes con pocas herramientas para abrirse camino en el mundo exterior, sus códigos disciplinarios no hacían más que empeorar las cosas. La escuela reportaba constantemente índices elevados de suspensión, incluso entre los estudiantes con discapacidades. No usar cinturón era una de las muchas razones por las que un estudiante podría ser suspendido.
Pero esa, según Alvaro Peters, director de Lynn Academy para noveno y décimo grado, era “la antigua KIPPMA”. En los últimos 5 años, la escuela ha comenzado a alejarse de la antigua educación estilo militar, cuyo enfoque principal era obtener calificaciones altas a toda costa.
“Nuestro sistema disciplinario giraba completamente en torno al cumplimiento de reglas y no en la participación”, señala Barnes. “Por lo tanto, nos planteamos la siguiente pregunta: ‘¿Cómo logramos que los estudiantes se involucren en el aprendizaje?’”.
Adoptando la enseñanza culturalmente sensible
La respuesta, explica Barnes, era adoptar un enfoque educativo llamado enseñanza culturalmente sensible. La enseñanza culturalmente sensible puede implicar distintas cosas según la escuela, incluyendo actualizar el currículo de manera que los estudiantes se vean reflejados en los textos que leen o incentivar a los estudiantes a basarse en su propia experiencia al momento de realizar proyectos. En Lynn Academy, en lugar de emplear métodos autoritarios para alcanzar la excelencia (un enfoque común en muchas escuelas que atienden a estudiantes de comunidades de bajos recursos), el objetivo era conectar con los niños al crear un entorno culturalmente inclusivo. Esta forma de enseñanza reconoce y acoge los orígenes de los estudiantes, y los invita a inspirarse en sus culturas de manera que se sientan más valorados e incluidos en su educación.
La enseñanza culturalmente sensible debería captar la atención de los estudiantes con trabajo significativo e intelectualmente desafiante, que les permita lograr un aprendizaje profundo y realizar conexiones con su cultura y comunidad.
Al reconocer que muchas escuelas, sobre todo las de comunidades marginadas, cuentan con un cuerpo estudiantil lingüística y culturalmente diverso, la enseñanza culturalmente sensible busca ir más allá del currículo (muchas veces limitante) fundamentado en una cultura blanca que excluye a demasiados estudiantes.
“Tenemos que empoderar a nuestras familias y a nuestros estudiantes”, señala Barnes. Su escuela lo hace “garantizando que nuestros estudiantes se involucren mediante pedagogía culturalmente relevante». Al igual que otras escuelas que han adoptado la pedagogía culturalmente sensible, KIPPMA puede ser “un lugar donde las personas afroamericanas y de color sobrevivan y progresen”, afirma.
Cómo formar pensadores independientes
En su libro, Culturally Responsive Teaching and The Brain (La enseñanza culturalmente sensible y el cerebro, enlace en inglés), la educadora Zaretta Hammond ofrece una forma de volver a capacitar a los maestros para integrar las culturas de los estudiantes al currículo y fomentar un entorno saludable, seguro y académicamente riguroso para los estudiantes marginados. La enseñanza intencionalmente inclusiva contribuye al desarrollo del cerebro de los estudiantes, haciéndolos pasar de pensadores dependientes a independientes.
“Si queremos ayudar a los estudiantes dependientes a lograr un pensamiento de orden superior y resolver problemas”, escribe Hammond, “tenemos que acceder a las estructuras cognitivas de sus cerebros para brindar una enseñanza culturalmente sensible”.
En KIPPMA, Peters y Barnes atribuyen algunos de sus pasados tropiezos a un personal mayoritariamente blanco que carecía de la competencia cultural necesaria para atender las necesidades de su diverso cuerpo estudiantil. “Durante años, la mayoría de los maestros fueron blancos, y durante años, hubo mucho control y sumisión del cuerpo estudiantil”, señala Barnes. “No contábamos con un espacio acogedor y exigente. Solo teníamos un espacio exigente”.
Peters relata que cuando comenzaron en el 2016 solo había cuatro personas de color entre el personal de la escuela secundaria. En la actualidad, más de la mitad del personal está conformado por personas de color. “En nuestro proceso de entrevistas, les preguntamos [a los posibles maestros]: ‘¿Cuáles son tus debilidades? Buscamos al candidato adecuado desde el punto de vista cultural para nuestros niños’”. El proceso de selección es muy riguroso, añade, pues “no queremos que cualquier persona entre a la comunidad a perjudicarla, sobre todo en cuanto a temas de justicia. Queremos que nuestra institución sea sanativa, y queremos contratar personas que estén alineadas con nuestro propósito”.
Reconociendo un pasado y un presente lleno de riqueza cultural
Lynn Academy atiende principalmente a estudiantes de color: 65 por ciento latinos, 25 por ciento afroamericanos y solo 5 por ciento blancos. La escuela ofrece almuerzo gratuito para todos los estudiantes, independientemente de su estatus económico. Peters añade que la mayoría de estudiantes proviene de familias de clase trabajadora. Muchos padres tienen dos o tres trabajos.
Incluso antes de que la escuela adoptara la enseñanza culturalmente sensible, los estudiantes ya estaban aprendiendo sobre política y sucesos actuales (incluyendo temas culturalmente relevantes como el racismo y el genocidio) en su clase de discurso y composición. Sin embargo, cuando el maestro se fue a otra escuela, Peters llenó la vacante, cambiando el nombre de la clase a activismo y defensa, y cambiando de forma drástica el contenido de la misma. “Ese fue el comienzo de un currículo determinado que abordaba temas como la raza, clase social, género, sexualidad e inmigración”, explica Peters. “A medida que los estudiantes aprendían el material en el aula, podías verlos… en ocasiones cuestionando a los maestros [sobre lo que decían]”.
Trabajando por la justicia y la equidad en el aula de clases
Para reducir las suspensiones de la escuela, durante el año escolar 2018-2019, los administradores de la escuela secundaria comenzaron a implementar prácticas de justicia restaurativa (enlace en inglés). Cuando la relación entre un estudiante y un maestro o un coordinador, o entre dos estudiantes se fractura o entra en conflicto, en lugar de buscar suspender al estudiante de inmediato, Peters o un decano sirven de mediadores entre las dos partes con la esperanza de restaurar la relación. Esto, a la vez, puede crear un espacio de aprendizaje más seguro para los niños (enlace en inglés), un componente principal de la enseñanza culturalmente sensible.
Adoptar una nueva dirección también ha implicado capacitar nuevamente a los maestros para concientizarlos sobre los prejuicios implícitos, de manera que puedan ser más sensibles respecto a los estudiantes y sus culturas particulares. Barnes relata que entre el año 2017 y 2018, un grupo de líderes de KIPP visitó varias de sus escuelas para comprobar si habían mantenido su compromiso respecto a la equidad. Se dieron cuenta que aún había mucho que hacer para cambiar la cultura de la escuela de manera que los estudiantes pudiesen desarrollar un entusiasmo genuino. “Descubrimos además que nuestros estudiantes acataban las reglas, pero no estaban muy involucrados”, señala Barnes.
Como respuesta, en el siguiente ciclo escolar 2018-2019, la administración de KIPP invitó a los maestros y directores ejecutivos a un entrenamiento de desarrollo profesional sobre el racismo y la equidad. Durante ese año, los maestros y directores ejecutivos de la escuela chárter de KIPP aprendieron (algunos por primera vez) sobre prácticas discriminatorias, el impacto de la segregación racial y que la raza es un concepto que trae consecuencias devastadoras. Barnes afirma que haber profundizado en la minimización y marginalización de tantas culturas fue lo que llevó a KIPPMA a abordar sus propias políticas problemáticas. (Relacionado: ¿Qué es una escuela antirracista?)
Reconocer los prejuicios
Hammond escribe que todos los maestros deben darse cuenta de que vivimos en un mundo racial, uno que “otorga privilegios arbitrarios a algunos, mientras otros experimentan desventajas arbitrarias por motivos de raza, género, idioma y clase social”. Al reconocer el papel que estas inequidades tienen en la educación, los maestros pueden trabajar entonces para reconstruir un entorno escolar que reduzca el daño a los estudiantes de grupos marginados al brindar apoyo a su cultura e individualidad.
Barnes afirma que la enseñanza culturalmente sensible no se trata solo de enseñarles a los educadores blancos a tomar conciencia de sus prejuicios implícitos. Las personas de color también han internalizado prejuicios implícitos por vivir en una sociedad que aún segrega por motivos de raza y estatus socioeconómico. Usándose a sí misma como ejemplo, Barnes señala que su identidad como mujer afroamericana, documentada y sin discapacidades podría influenciar en la forma en que interactúa con los estudiantes. “Se trata de desentrañar lo que implica vivir en un mundo donde la cultura blanca es la norma, y reconocer tus prejuicios”, explica Barnes, “y posteriormente crear… experiencias académicas que se adapten a la mentalidad académica de los niños”.
Los administradores de KIPP Academy evalúan los currículos de los maestros para asegurarse de que estén alineados con el objetivo de la escuela de implementar la enseñanza culturalmente sensible. Peters se reúne con los maestros para evaluar sus planes de clase respecto a la equidad, haciendo preguntas sobre los materiales que eligen usar e incluso los que no.
Apoyar a los estudiantes más allá de la escuela secundaria
Ya que la enseñanza culturalmente sensible se enfoca en abordar las necesidades de los estudiantes, los maestros y los consejeros para la elección de carreras profesionales también se esfuerzan en ayudar a los estudiantes a cumplir sus sueños profesionales. Este énfasis en el trayecto individual de cada estudiante es tan importante que KIPPMA, hoy en día, evalúa su éxito al compararlo con el éxito de sus exalumnos, bien sea a nivel universitario o profesional. Alejándose de su antiguo y prácticamente obtuso énfasis de enviar a sus estudiantes a universidades de 4 años, en el ciclo escolar entrante los estudiantes de penúltimo año de escuela secundaria serán asignados a un consejero para la elección de carreras profesionales, quien también ayudará a los estudiantes a asistir a una escuela vocacional, si así lo desean, de manera que cuenten con las herramientas para entrar al mercado laboral.
La escuela también se asocia con instituciones externas para aportar nuevas experiencias de aprendizaje que preparen a los estudiantes para el futuro. Algunos estudiantes han participado en programas de verano como Summer Search (enlace en inglés), una organización que les ofrece a los estudiantes de familias de bajos recursos una amplia gama de experiencias, tutorías internacionales y SMASH (enlace en inglés), un programa que ayuda a los estudiantes a aprender sobre carreras relacionadas a la ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés). Además, les brindan a los estudiantes oportunidades de realizar pasantías políticas donde adquieren conocimiento sobre la política local.
Con el propósito de mantener un enfoque culturalmente sensible, la escuela busca mantenerse conectada con la comunidad inmediata. Antes del COVID-19, KIPP Academy organizaba clases gratuitas para adultos donde enseñaban inglés, clases de ciudadanía a inmigrantes y ofrecían sesiones de ejercicios en la cafetería. “Era una manera en la que nuestras escuelas cooperaban con la comunidad”, explica Peters. “Una forma de decir: ‘Queremos brindarles estos recursos’”.
La escuela también se esfuerza en recibir críticas constructivas de las familias, reuniéndose de forma regular con los padres para escuchar sus opiniones. Peters afirma que esto les ayuda a definir lo que está funcionando (y lo que no). En lo relacionado a las reuniones entre padres y maestros, por ejemplo, estas reuniones no se limitan a informarles a los padres sobre el desempeño o conducta de sus hijos. Peters dice que el objetivo es comprender las experiencias educativas de los estudiantes desde el punto de vista de los padres.
Aunque han logrado un cambio, Barnes señala que aún no han alcanzado la meta. La administración sigue con la misión de renovar KIPPMA de manera que pueda atender mejor las necesidades de los estudiantes de color de familias de bajos recursos. Barnes, quien trabaja en KIPP desde 1991, afirma que la organización no ha alcanzado el objetivo aún, pero que ha seguido formando parte de esta organización porque se desafía constantemente para brindar una mejor atención a los estudiantes. “No hemos llegado aún a la meta, pero hemos avanzado”, afirma Barnes.
Cómo aprender más sobre la enseñanza culturalmente sensible
Para los padres
- Al visitar una escuela, fíjate en las paredes de esta para detectar signos de enseñanza culturalmente sensible. ¿Son homenajeados los estudiantes en toda su diversidad? Si tienes la oportunidad de observar un aula de clases, ¿puedes notar que todos los estudiantes se ven involucrados, incluidos y libres de expresarse?
- ¿Te preguntas qué tan culturalmente inclusivo es el maestro de tu hijo? Dale un vistazo a los libros que elige y las tareas que tu hijo lleva a casa. La enseñanza culturalmente sensible debería captar la atención de los estudiantes con trabajo significativo e intelectualmente desafiante, que les permita lograr un aprendizaje profundo y realizar conexiones con su cultura y comunidad.
Para maestros y administradores
- Leer el libro de Zaretta Hammonds: Culturally Responsive Teaching and The Brain (La enseñanza culturalmente sensible y el cerebro, enlace en inglés). O escuchar una de estas entrevistas en profundidad (enlace en inglés).