“Honk”, dijo mi maestra de francés de noveno grado el primer día de clases. “En francés, tu nombre es ‘Honk’”.
“Disculpe”, me quejé ante mis 35 compañeros de clase. “Yo me llamo Hank”.
“Incorrecto”, respondió. “En francés, y en esta clase, tu nombre se pronuncia ‘Honk’”.
Durante dos tortuosos años, esta cruel maestra y estudiantes burlones me llamaron Honk. Cinco veces a la semana, entraba al salón de clases lleno de miedo, rabia y vergüenza. Este calvario estropeó mi autoestima y promedio de calificaciones. Mis notas cayeron entre C- y D porque me negaba a estudiar para mi acosadora. Odiaba a esa maestra (rayé su rostro en el anuario) y, consecuentemente, odiaba el idioma.
Mis emociones negativas destruyeron mi capacidad de aprendizaje.
Las investigaciones indican que mi pobre desempeño en francés era una respuesta esperada. Unos sentimientos tan malos como los que yo sentí pueden abrumar la capacidad de un estudiante para prestar atención, recordar y procesar información. Las emociones negativas como la ansiedad, la rabia, la tristeza y la vergüenza suelen convertirse en obstáculos mentales para el éxito.
Pero no siempre es así. Las investigaciones sobre cómo las emociones afectan el aprendizaje muestran que las emociones desafiantes no siempre son un impedimento para tener un buen desempeño académico. Las emociones moderadamente negativas en estudiantes emocionalmente resilientes pueden, casi sorprendentemente, ser motivadoras.
Si bien sentirse estresado por la posibilidad de no sacar una “A” en un examen de matemáticas puede paralizar a un estudiante con ansiedad, lo mismo puede inspirar a otro niño a estudiar más. Ser tachado de “perezoso e incoherente” en un reporte de calificaciones puede hacer que el estudiante se avergüence y se bloquee a la hora de escribir. Pero también podría estimular a otro niño a poner más empeño la próxima vez. Discutir las atrocidades de la Segunda Guerra Mundial o los desastres causados por el cambio climático puede llevar a un estudiante a una apatía existencial y desespero. O puede consolidar información crucial y provocar que alguien quiera causar cambios positivos en el mundo.
¿Por qué las emociones negativas pueden bloquear el aprendizaje de unos estudiantes e inspirar a otros? “La forma en que una emoción en particular afecta el aprendizaje depende tanto de la persona como de la emoción”, explica Joseph LeDoux, un neurocientífico de la Universidad de Nueva York y director del Emotional Brain Institute (enlace en inglés). “El estrés, el miedo y la ansiedad pueden ser motivadores positivos y ayudar con el desempeño y el aprendizaje. Pero si la persona se abruma fácilmente en esa clase de situaciones, puede haber un efecto negativo”.
Los expertos en emociones y aprendizaje coinciden en que los niños que reciben de los adultos el apoyo y la orientación adecuados se desenvuelven mucho mejor ante las emociones difíciles. A continuación, se ofrece un resumen de las diferentes formas en que cada emoción afecta al aprendizaje y cómo ayudar a los niños a navegar sus sentimientos.
La tristeza es una emoción “negativa” básica que puede beneficiar y perjudicar el aprendizaje. Un estudio australiano de 2014 (enlace en inglés) realizado por Joseph P. Forgas descubrió que la tristeza puede “mejorar el rendimiento de la memoria, reducir los errores de juicio, mejorar la motivación y dar lugar a estrategias interpersonales más eficaces”. ¿Cómo sucede esto? En un artículo explicativo (enlace en inglés), Forgas afirma que la tristeza aumenta el “pensamiento detallado y atento” que mejora la perseverancia y los estilos de comunicación persuasiva. La tristeza, sugiere Forgas, es una “leve señal de alarma” que desafía a las personas a “esforzarse para cambiar ese estado desagradable”. Sin embargo, la tristeza también puede afectar negativamente a los estudiantes. Según la Asociación Americana de Psicología (enlace en inglés), la tristeza en los estudiantes de secundaria puede llevar a un “declive en el desempeño académico y los logros”, así como al abuso de sustancias, a la falta de energía y al retraimiento social, todo lo cual puede ser perjudicial para el aprendizaje.
Qué puedes hacer: Ayuda a tu hijo a articular, entender y controlar sus sentimientos de tristeza. Deja que tu hijo vea cómo la tristeza le permite sentir empatía por los demás y por sí mismo. Por otro lado, si crees que tu hijo expresa con frecuencia una tristeza persistente o abrumadora, es posible que debas buscar el apoyo de un consejero escolar o un terapeuta. (Ver depresión y duelo).
La depresión, que no debe confundirse con la tristeza, es definida por la Clínica Mayo como “un trastorno del estado de ánimo que provoca una sensación persistente de tristeza y pérdida de interés”. Entre los adolescentes estadounidenses de hoy en día, la depresión es el trastorno de salud mental más común (enlace en inglés), ya que entre el 10 y el 15 por ciento de los adolescentes experimentan sus síntomas en un momento dado. Según una encuesta sobre la depresión en los estudiantes de secundaria (enlace en inglés), el 64,1 por ciento de los encuestados hispanos, el 71,6 por ciento de los estudiantes blancos y el 66,3 por ciento de estudiantes lesbianas, gais o bisexuales dijeron que se sintieron tristes o desesperados casi todos los días durante dos o más semanas seguidas durante los 12 meses anteriores a la encuesta. Un estudio reciente sobre los efectos de la depresión en el aprendizaje (enlace en inglés) descubrió que los estudiantes deprimidos “corren el riesgo de tener malos resultados académicos y de resistirse a las actividades relacionadas con la escuela”. Entre los comportamientos típicos se encuentran la escasa o nula interacción en el aula, relaciones difíciles con los compañeros e instructores y la pérdida de interés por perseguir intereses o metas. La depresión afecta la memoria de trabajo y bloquea la capacidad del estudiante para aprender, ya que los síntomas típicos incluyen problemas para concentrarse, pensar con claridad y recordar cosas. Los estudios indican que los adolescentes estadounidenses deprimidos (enlace en inglés) tienen una “menor probabilidad de graduarse de la escuela secundaria”.
Qué puedes hacer: Si tu hijo muestra señales de depresión (esta es una lista de los síntomas), busca ayuda de un profesional de salud mental. Los consejeros escolares también deben ser informados si un niño está experimentando una depresión. Apoya, anima y comunica claramente tu disposición a escuchar sin juzgar y a resolver problemas.
El duelo es una emoción paralizante de tristeza abrumadora cuando, por ejemplo, muere un familiar querido. Aunque el duelo tiene un propósito fundamental para ayudarnos a procesar la pérdida, es “cognitivamente preocupante” (enlace en inglés) y, por lo tanto, puede fácilmente tener prioridad sobre la concentración y el desempeño académico. Según David Schonfeld, director del Centro Nacional de Crisis y Duelo Escolar, (enlace en inglés) “el duelo puede tener un profundo efecto en el aprendizaje y desempeño escolar. Normalmente los niños experimentan dificultades de concentración. Las distracciones abundan. Las tareas escolares pueden parecer desconcertantes o sin sentido. Los buenos estudiantes pueden sentirse desanimados al ver que sus notas bajan. Los estudiantes que ya tienen dificultades en la escuela pueden ver cómo empeoran sus problemas de aprendizaje”.
Qué puedes hacer: Proporcionar consuelo, escuchar atentamente, responder directamente a las preguntas y ayudar a tu hijo a procesar la experiencia con rituales. En lugar de “arreglar” su duelo, dale el tiempo que necesite para sanar. Esta es una guía completa con consejos útiles.
El miedo y la ansiedad en dosis traumáticas o crónicas pueden dificultar el aprendizaje. Aunque pensemos que cada una de estas emociones es distinta, los psicólogos señalan que cada una describe una respuesta al peligro. El miedo es nuestra reacción ante un peligro inminente, mientras que la ansiedad es la sensación de anticipar el peligro. Ambas emociones generan respuestas de estrés en nuestro cuerpo, como el aumento de los niveles de cortisol, la falta de aire y el estrés, que pueden afectar al aprendizaje de múltiples maneras. Un estudio de 2016 publicado en Nature, titulado “Learning and memory under stress: implications for the classroom” (Aprendizaje y memoria bajo estrés: implicaciones para el aula, enlace en inglés), realizado por los psicólogos cognitivos Susanne Vogel y Lars Schwabe, concluyó que “la exposición al estrés prolongado o repetido, así como el estrés durante los períodos críticos del desarrollo del cerebro puede tener efectos adversos sustanciales en el aprendizaje y la memoria de los niños”. Los estudios sobre una variedad de factores estresantes comunes en la infancia han descubierto que el estrés tiene profundas repercusiones en el desempeño escolar. Un estudio publicado en el Journal of Early Adolescence (enlace en inglés) descubrió que las víctimas de acoso escolar sufrían un descenso de 1,5 puntos en su promedio de calificaciones o GPA. Un estudio realizado por un grupo alemán de expertos (enlace en inglés) descubrió que los niños que sufren violencia familiar, violencia en el noviazgo, agresiones físicas o que son testigos de la violencia de los adultos pueden sufrir “déficits observables en… las capacidades de aprendizaje, memoria y atención”. Pero no todo el estrés es perjudicial para los niños. Algunas investigaciones afirman que el estrés puede, de hecho, potenciar el aprendizaje (enlace en inglés) siempre que la tarea en cuestión pueda alcanzarse con esfuerzo y se enmarque como un “reto o expectativa de aprendizaje”.
Qué puedes hacer: Los padres que manejan de una forma saludable el estrés (enlace en inglés) pueden ayudar a aliviar el estrés de sus hijos. También pueden ayudar escuchando con simpatía las preocupaciones de sus hijos y reduciendo las exigencias que aumentan su tensión. Por último, los expertos coinciden en que el ejercicio regular es una de las mejores formas de reducir el estrés.
La ira es una emoción primaria que aumenta nuestro ritmo cardíaco, agudiza nuestros sentidos e infunde energía a nuestro cuerpo. Puede perjudicar la capacidad de aprendizaje de un niño si es incontrolable. Por ejemplo, los estudiantes no pueden entender nuevos conceptos matemáticos si están soñando constantemente con “vengarse” (enlace en inglés). La ira y la frustración en un estudiante confundido e incapaz de cumplir las expectativas de los adultos puede conducir rápidamente a la rebeldía, los problemas de comportamiento y la desconexión. La ira también puede tener efectos positivos en el aprendizaje. Un informe de 2020 (enlace en inglés) reconocía que la ira podía servir de motivación en algunos entornos académicos. Por ejemplo, enojarse con un rival en clase podría motivar a un estudiante a mejorar sus resultados en los exámenes.
Qué puedes hacer: Ayuda a tu hijo a canalizar su ira de forma positiva (enlace en inglés) modelando tus propias habilidades eficaces de manejo de la ira.
La vergüenza y la culpa se clasifican como emociones “negativas” que experimentamos cuando sentimos que hemos fallado, ya sea moralmente o en una actividad importante. Un estudio italiano (enlace en inglés) descubrió que suelen perjudicar la memoria, pero también potencian el aprendizaje en dosis manejables. Una investigación de la Universidad de Georgetown sobre estudiantes que estudian un segundo idioma (enlace en inglés) descubrió que el sentimiento de culpa afectaba positivamente el aprendizaje del idioma al motivar a los estudiantes a estudiar más. Otro estudio sugiere que el cerebro humano se esfuerza por aprender de los errores (enlace en inglés) para evitar el sentimiento de vergüenza y culpa. Por ejemplo, un estudiante puede sentirse avergonzado si un maestro le hace una pregunta fácil cuya respuesta saben todos sus compañeros, pero él no la sabe porque no ha leído el tema asignado. Para evitarlo en el futuro, el estudiante hace la lectura requerida. Un estudio de Harvard analizó 113 palabras chinas para referirse a la vergüenza (enlace en inglés) y afirma que el confucianismo promueve esta emoción para dirigir a las personas “a la introspección para que se evalúen a sí mismas” y así motivar un “cambio deseable”. Los autores sostienen que la vergüenza y la culpa tienen más influencia en las culturas “colectivistas” (como Asia Oriental) en comparación con las sociedades “individualistas” (como Estados Unidos).
Qué puedes hacer: Ayuda a tu hijo a desarrollar una mentalidad de crecimiento (enlace en inglés) para que entienda que su trabajo escolar es principalmente el resultado de su esfuerzo y arduo trabajo. En lugar de dejar que tu hijo se enfoque en los errores del pasado, anímalo a decidir qué hará de manera diferente la próxima vez (sí, podemos aprender de nuestros errores) y luego, como un atleta o como canta Taylor Swift “que los deje ir” (Shake it off).
La felicidad es una emoción que activa numerosas regiones del cerebro y múltiples neurotransmisores (enlace en inglés). El estudio Harvard Happiness (enlace en inglés) observó a 435 estudiantes de una escuela K-12 de Washington D.C. y concluyó que “la felicidad está positivamente correlacionada con la motivación y el desempeño académico”. Los elementos cruciales que contribuyeron a la alegría de los niños fueron “la cultura de la escuela y las relaciones que los estudiantes establecen con sus maestros y compañeros…”. Estudios posteriores realizados en Irán (enlace en inglés) reprodujeron los resultados de Estados Unidos, al igual que un estudio realizado en los Emiratos Árabes Unidos en el que se descubrió que “los niveles de felicidad de los estudiantes estaban correlacionados con su éxito académico” (enlace en inglés). ¿Qué hace que los niños sean felices en la escuela? El estudio Harvard Happiness cree que las relaciones positivas y de apoyo con los maestros (enlace en inglés, pero se puede ver el video con subtítulos en español en YooTube) y los compañeros son el requisito más esencial.
Qué puedes hacer: Cuando escojas una escuela para tu hijo (enlace en inglés), ten en cuenta su bienestar social y emocional, así como los puntos fuertes académicos de la escuela. En las interacciones cotidianas, ayuda a tu hijo a construir fortalezas de carácter como la gratitud (enlace en inglés), la generosidad (enlace en inglés) y el propósito (enlace en inglés), todas ellas asociadas a la construcción de relaciones positivas, lo que conduce a la felicidad.
La gratitud es una emoción infravalorada que es extremadamente importante en el aprendizaje y la vida. Las investigaciones han descubierto que los niños agradecidos están más comprometidos con la escuela (enlace en inglés), más satisfechos con su vida, tienen mejores notas y son menos envidiosos, depresivos y materialistas. Estudios realizados en China y Filipinas (enlaces en inglés) afirman que los adolescentes que sentían gratitud hacia sus maestros tenían más motivación y compromiso cognitivo en su educación. Un estudio de la Universidad de Indiana (enlace en inglés) sugiere que la gratitud también mejora “la capacidad de los estudiantes para concentrarse en clase y permanecer resilientes frente a las dificultades mientras aprenden”.
Qué puedes hacer: Ayuda a tu hijo a desarrollar el hábito de la gratitud en formas pequeñas y cotidianas, hablando de tus sentimientos de gratitud y participando en rituales rápidos, como nombrar tres cosas por las que estás agradecido a la hora de acostarte.
El asombro se refiere a “una experiencia sorprendente que puede ser muy importante en el aprendizaje”, dice la experta en emociones y aprendizaje Mary Helen Immordino-Yang. Los investigadores de la Universidad de Berkeley definen el asombro (enlace en inglés) como una “emoción desestabilizadora… provocada por algo inmenso”. ¿Qué hace nuestro cerebro cuando sentimos asombro? Un estudio de resonancia magnética reveló que los cerebros que experimentaron el asombro (enlace en inglés) estaban “profundamente inmersos en la experiencia cautivadora que busca la atención” hasta el punto que había un “enfoque reducido en el pensamiento autorreflexivo”. En otras palabras, según un informe técnico sobre el asombro elaborado por el Greater Good Science Center, (enlace en inglés) “desviamos nuestra atención de nosotros mismos… y sentimos que formamos parte de algo más grande que nosotros”. Las personas inspiradas por experiencias asombrosas suelen disfrutar de profundos beneficios y la emoción les lleva a descubrir un propósito en la vida (enlace en inglés), lo que tiene un efecto positivo en la forma en que los estudiantes experimentan y se desempeñan en la escuela.
Qué puedes hacer: Permítele a tu hijo vivir momentos llenos de asombro al exponerlo a una extensa variedad de estímulos, incluyendo la exploración de la naturaleza, eventos artísticos y aventuras de viajes.
Este artículo es parte de nuestra serie de artículos transformando la escuela secundaria, una colección de historias, videos y podcasts que exploran las prácticas que preparan a los estudiantes para alcanzar el éxito en la universidad y más allá. Visita nuestro sitio web dedicado a ayudar a los padres y educadores a conocer e implementar prácticas basadas en investigaciones para mejorar la educación para todos los estudiantes, TransformingHighSchool.org/es/.