En su antigua escuela, Estrella Rocha vivía en un estrés constante. Ser una estudiante de honor era como un símbolo de estatus, y le preocupaban sus calificaciones, las cuales revisaba de forma regular a través de su teléfono.
El punto de inflexión ocurrió cuando, tras transferirse a otra escuela, Estrella comenzó un proyecto autodirigido para explorar posibles profesiones. Con ayuda de su asesora, eligió el campo de la medicina y se ofreció como voluntaria en hospitales, entrevistó a profesionales de la salud y conversó con veteranos sobre las prácticas médicas que se aplican en la marina. Incluso, obtuvo su certificado como Técnico en Emergencias Médicas (EMT, por sus siglas en inglés).
Al principio, resultó un poco intimidante embarcarse en una tarea sin plazo definido, relata la estudiante. Sin embargo, Estrella ahora siente más emoción respecto a la escuela, además de estar más motivada y segura de sí misma.
“Hasta cierto punto, creo que se debe al empoderamiento que me brinda el ser capaz de hacer lo que prefiera”, señala.
Poniendo a los estudiantes al volante
La escuela de Estrella, Jefferson County Open School, en Lakewood, Colorado, implementa el modelo de educación centrado en el estudiante. Esta filosofía puede parecer que varía entre programas, pero al final se reduce a un elemento esencial: los estudiantes tienen voz y voto sobre lo que aprenden y la forma en que lo hacen.
Este concepto recibe varios nombres, como aprendizaje reflexivo o darles a los estudiantes voz y voto. Algunas escuelas ofrecen programas que se implementan en toda la institución, como los proyectos finales para los estudiantes de último año, donde los estudiantes trabajan durante todo el año en proyectos que ellos mismos diseñan. En otras escuelas, cada maestro diseña los cursos de manera que los estudiantes tengan más control sobre lo que aprenden y la forma en que lo hacen.
“En realidad, es una colaboración entre el maestro y los estudiantes, donde el papel del maestro y del estudiante varía un poco durante el proceso de aprendizaje”, señala el docente y autor Trevor MacKenzie.
MacKenzie ha publicado varios libros sobre el método reflexivo (enlace en inglés), donde los estudiantes y maestros colaboran para planificar la dirección que tomará el aprendizaje de cada estudiante. Los estudiantes exploran sus intereses y curiosidades, señala el autor, mientras que el trabajo del docente es vincular esos intereses con objetivos de aprendizaje relacionados a las calificaciones y ayudar a los estudiantes a desarrollar habilidades como el pensamiento crítico y el trabajo en equipo.
Por qué es tan importante que los estudiantes tengan voz y voto en la escuela secundaria
Permitir que los estudiantes tengan voz y voto en el proceso educativo podría no ser una práctica generalizada en la escuela secundaria de tu hijo, pero podría llegar a serlo. A mayor cantidad de padres que realicen una petición y demuestren por qué es importante (como compartir este artículo con los maestros y líderes educativos al momento de realizar la petición), mayores serán las probabilidades de que sea integrada a la experiencia educativa de tu hijo.
Con el modelo centrado en el estudiante, la atención va dirigida al aprendizaje de habilidades, en lugar de un conjunto de información o conocimiento.
A nivel de desarrollo, los adolescentes se encuentran en una etapa donde sus cerebros anhelan relevancia y significado, pero muchas escuelas secundarias presentan un aprendizaje muy rutinario y que se aleja de los intereses del estudiante e, incluso, del valor del aprendizaje. Los estudiantes asisten a clases, leen libros, escriben ensayos y realizan operaciones matemáticas que, en general, no son de su elección, a cambio de puntos abstractos que son calculados en forma de calificaciones, de las cuales dependerán oportunidades futuras como la universidad.
A lo largo de su carrera como docente, MacKenzie ha visto a un sinfín de estudiantes que pierden el interés por la escuela secundaria tradicional o que aprenden a seguir las “reglas del juego” educativo para obtener calificaciones altas sin que exista realmente un aprendizaje profundo. Con el modelo centrado en el estudiante, la atención va dirigida al aprendizaje de habilidades, en lugar de un conjunto de información o conocimiento, señala el autor. ¿El resultado? A medida que los estudiantes aumentan el nivel de dominio y aprenden sobre aquello que les interesa, sienten una conexión más fuerte con su educación.
En un estudio realizado a 12 escuelas secundarias de Nueva Inglaterra (enlace en inglés) que implementan las mencionadas prácticas, los docentes reportaron que los estudiantes se mostraban más involucrados y veían su aprendizaje como algo relevante para sus vidas. “Queremos que los estudiantes sean capaces de hallar significado en el proceso de aprendizaje. No solo compromiso, sino realización”, señala MacKenzie.
Este enfoque centrado en el estudiante también ha sido asociado con resultados académicos más favorables. Un estudio realizado en el 2014 a cuatro escuelas secundarias de California que manejan el enfoque centrado en el estudiante (enlace en inglés) descubrió que los estudiantes mostraban un mejor desempeño en evaluaciones estatales en comparación a estudiantes similares de otros distritos escolares, y el índice de graduación superaba al promedio del distrito y el estado.
Además, podría ser una forma de involucrar a los estudiantes de comunidades históricamente desfavorecidas, cuya experiencia de vida puede haber llegado a hacerlos sentir impotentes. La investigadora Anindya Kundu señala que otorgar voz y voto a los estudiantes respecto a su educación resulta fundamental para fomentar la capacidad humana, la idea de que cada persona cuenta con cierto nivel de habilidad para influir de forma activa en su entorno y situación. De acuerdo con Kundu, la capacidad humana se ve afectada por las circunstancias que nos rodean al nacer. En general, los niños con menores oportunidades para aprender y madurar en etapas tempranas de su vida pueden crecer sin las habilidades y el apoyo necesario para hacerle frente a los obstáculos, y concentrarse en la búsqueda de cambios positivos para su vida, haciéndoles sentir incapaces de cambiar sus circunstancias.
En su libro, The Power of Student Agency (El poder de la autonomía estudiantil enlace en inglés), Kundu argumenta que los docentes pueden ayudar a los estudiantes a desarrollar esta capacidad. En su investigación, Kundu entrevistó a adultos jóvenes que habían superado dificultades para alcanzar el éxito, y descubrió que se habían visto fuertemente influenciados por el hecho de tener autonomía sobre su aprendizaje y recibir orientación y apoyo individual.
Para desarrollar la capacidad humana en los estudiantes, los docentes deberían asegurarse de que cada estudiante realice un trabajo que resulte exigente y gire en torno a temas de interés, señala Kundu. También, resulta crucial que las escuelas se enfoquen en las fortalezas y potenciales individuales de los estudiantes, y en entender los desafíos particulares que enfrenta cada uno.
“Esa es la parte que exige la implementación de un modelo basado en las relaciones personales; conocer de forma cabal quiénes son tus estudiantes, qué los motiva, y reflexionar un poco sobre sus metas futuras”, indica Kundu. “¿Y cómo puedo hacerles entender que lo que están aprendiendo es relevante para el cumplimiento de sus metas?”.
El modelo en la práctica
En Jefferson County Open School, los estudiantes de escuela secundaria completan el programa “Walkabout”, una serie de seis proyectos finales, o “trayectos”, sobre temas como habilidades prácticas, indagación lógica y exploración global.
Cada proyecto es diseñado en conjunto por el estudiante y su asesor, dejando un amplio margen para la interpretación. En el trayecto de expresión creativa, los estudiantes anteriores han grabado álbumes, se han dedicado al montañismo competitivo o han dirigido laboratorios de aprendizaje al aire libre para niños, afirma el director Scott Bain.
Los proyectos también pueden ser muy personales. Un estudiante comenzó a asistir a terapia y a reuniones de Al-Anon durante su trayecto del proyecto (el cual giraba en torno a una “misión personal”), tras centrar el proyecto en su relación con un familiar alcohólico.
“Al final, siempre se reduce… a un proceso más interno para los estudiantes… explorando lo que son, lo que quieren ser, antes de hacer la transición de la adolescencia a la adultez”, señala Bain.
El papel del docente es orientar, apoyar al estudiante a lo largo del trayecto y realizar conexiones con objetivos de aprendizaje. Estrella relata que su asesora, Jen Wisniewski, fue su orientadora y la ayudó a tener expectativas realistas. “Es un proyecto autónomo, pero no estás solo en el proceso”, señala Wisniewski.
Voz y voto para todos los estudiantes
Para crear un enfoque centrado en los estudiantes y que les sirva a todos ellos, el currículo les debe resultar relevante desde un punto de vista cultural, señala Kundu, en el sentido que los estudiantes deberían ser capaces de elegir temas que parezcan relevantes para su vida. Elegir entre un ensayo sobre Hamlet y MacBeth, o entre dos preguntas formuladas por el maestro sobre la guerra civil no es una elección.
Kundu también enfatiza que las escuelas deben mostrarse sensibles ante las dificultades que los estudiantes y sus familias enfrentan fuera del aula de clases. Esto podría implicar ofrecer materiales informativos en distintos idiomas o concertar reuniones de distrito cuando los padres que trabajan puedan asistir.
“Los estudiantes no existen en un vacío. A mayor capacidad de pensar en la comunidad de la que provienen y forman parte, podremos fomentar mejor la capacidad humana de los estudiantes”, afirma Kundu.
En Open School, los docentes afirman que la flexibilidad del programa “Walkabout” les permite a los estudiantes ajustar los proyectos a su entorno y necesidades. Wisniewski mencionó a una estudiante que está embarazada. Ella enfocó su proyecto en tener un embarazo saludable.
“En mi opinión, es un modelo que sí podría funcionar en niños que están en mayores situaciones de riesgo, pues logran verse reflejados en su educación”, indica Wisniewski. “Además, logran ser vistos, en ocasiones por primera vez, como individuos”.
Los posibles problemas del aprendizaje centrado en el estudiante
A pesar de todo, incluso los defensores del aprendizaje reflexivo o centrado en el estudiante señalan que el enfoque tiene limitaciones y posibles deficiencias.
- Obstáculos para las escuelas de bajos recursos. Las escuelas que manejan una filosofía centrada en el estudiante suelen estar ubicadas en comunidades más pudientes, señala Kundu. Por el contrario, las escuelas que atienden a estudiantes de comunidades desfavorecidas podrían verse limitadas por cuestiones de presupuesto asociado a las pruebas estandarizadas y, por lo tanto, tienen menos flexibilidad respecto a la forma en que diseñan el currículo. “Por esta razón, en ocasiones, puede llegar a resultar un poco difícil para las escuelas de menos recursos pensar en implementar un modelo de enseñanza que instruya al estudiante de forma integral”, agrega Kundu.
- Desmesura. MacKenzie desaconseja entregarles a los estudiantes el control de su propia educación de forma abrupta. El proceso es como sumergirse en una piscina, explica: los estudiantes comienzan del lado más superficial con una cantidad considerable de orientación, y ganan más control sobre su aprendizaje a medida que avanzan.
- Insuficiencia. Este modelo no será efectivo si se aplica en una única unidad o tarea. “Una idea equivocada sobre el enfoque reflexivo es que está 100 por ciento en las manos del estudiante, el 100 por ciento del tiempo, y no es así”, señala MacKenzie. “En realidad, somos compañeros en el proceso de aprendizaje y vemos al maestro como instructor, modelo y moderador, y buscamos la entrega progresiva de la responsabilidad del maestro al estudiante”.
Cómo reconocer el enfoque
- Desde el punto de vista de Estrella, el primer indicador de que una escuela se encuentra centrada en el estudiante es que los estudiantes dirigen las visitas a la escuela.
- En el aula de clases, los estudiantes también deberían dirigir los debates de forma activa, en lugar de limitarse a escuchar la lección de forma pasiva. “¿Quién se encarga de hablar y quién de aprender?”, explica MacKenzie.
- Kundu sugiere preguntarles a los maestros sobre las historias de éxito más sorprendentes de la escuela para tener una idea del enfoque, y menciona que ver el trabajo de los estudiantes siendo exhibido de forma permanente es una buena señal.
Puntos Clave
Para los padres:
- Prepárate para permitir que tu hijo cometa errores al embarcarse en un proyecto autónomo. “En mi opinión, cometer errores y fracasar es parte integral del proceso”, señala Wisniewski.
- Una pregunta a realizar cuando se evalúa una escuela: “¿Cómo se les pregunta a los estudiantes cuáles son sus intereses, qué quieren aprender y en qué áreas quieren mejorar?”, indica Kundu.
- Si quieres incentivar a tu escuela a adoptar prácticas centradas en el estudiante, puedes iniciar la conversación preguntando cuál es el plan de la escuela para lograr que el aprendizaje resulte significativo para los estudiantes.