Para muchos adolescentes, la transición a las clases en línea a raíz del COVID-19 tuvo un beneficio inesperado. Sin las restricciones de las horas de entrada tradicionales a la escuela (que pueden llegar a ser hasta a las 7 am en algunas comunidades), descubrieron que ya no tenían que despertarse tan temprano.

Al contrastarlo con lo que los expertos llaman privación epidémica del sueño en los adolescentes (enlace en inglés), este no es un logro insignificante.

La mayoría de adolescentes duerme menos de las 8 o 10 horas recomendadas por noche (enlace en inglés). De acuerdo con los datos recolectados en el año 2019 por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (enlace en inglés), solo un 22 por ciento de estudiantes de escuela secundaria cumplía al menos con el mínimo de dicho rango en una noche de semana escolar promedio.

Que la escuela comience muy temprano es una de las principales causas, pues los adolescentes están programados biológicamente para dormirse más tarde al llegar a la pubertad (enlace en inglés). Para solucionar esta problemática se sugiere establecer una hora de entrada más tardía, por lo que importantes grupos médicos y de salud, incluidas la Academia Americana de Pediatría y la Asociación Americana de Medicina, les recomiendan a las escuelas intermedias y secundarias que comiencen sus actividades a partir de las 8:30 am.

Diversos estudios han demostrado (enlace en inglés) que retrasar la hora de entrada aumenta las horas que duermen los adolescentes, promueve el desempeño académico, incluyendo calificaciones más altas en las pruebas, y genera mayores índices de asistencia y graduación (enlace en inglés). Los adolescentes que duermen lo suficiente también tienen menos probabilidades de consumir drogas o tener accidentes de tránsito por somnolencia (enlace en inglés), entre otros beneficios.

En Seattle, donde la hora de entrada se atrasó hasta las 8:45 am en el 2016, los estudiantes pudieron dormir 34 minutos más y mostraron un aumento de 4,5 por ciento en sus calificaciones, de acuerdo con un estudio publicado en Science Advances en el 2018 (enlace en inglés) que detalla los resultados de dos escuelas secundarias locales. Una de las escuelas tenía un mayor índice de estudiantes de familias de bajos recursos y de familias históricamente desfavorecidas. En esa escuela, las llegadas tarde disminuyeron y la asistencia mejoró a raíz del retraso a la hora de entrada, logrando que sus estadísticas de llegadas tarde y asistencias se alinearan a las estadísticas de otras escuelas más pudientes, explicó Horacio de la Iglesia, profesor de biología en la Universidad de Washington y uno de los coautores del estudio. “Tuvo una especie de efecto equilibrador”, señala.

Además, el aumento de horas de sueño en los adolescentes no es una simple mejora inicial, sino que se mantiene con el tiempo, tal como demuestra un estudio publicado recientemente en SLEEP (enlace en inglés). Incluso dos años después del cambio en la hora de entrada en el Distrito Escolar de Cherry Creek, Denver, los estudiantes de escuela secundaria dormían 45 minutos más durante los fines de semana, mientras los estudiantes de escuela intermedia dormían 30 minutos más.

TRetrasar la hora de entrada aumenta las horas que duermen los adolescentes, promueve el desempeño académico, incluyendo calificaciones más altas en las pruebas, y genera mayores índices de asistencia y graduación.

A pesar de los beneficios para la salud y el desempeño académico, muchos distritos escolares han visto el cambio como algo demasiado costoso o perjudicial.

“El statu quo es increíblemente fuerte”, señala Phyllis Payne, directora de implementación en Start School Later (enlace en inglés), una organización nacional sin fines de lucro.

Cómo realizar la transición con éxito

Entre los problemas que se plantean con mayor frecuencia se encuentran el horario de los buses y los deportes después de clases. Ambos han sido abordados con éxito en varios distritos del país.

Mantener la mente abierta es fundamental, al igual que tomar en cuenta la situación específica de cada comunidad. “Diferentes distritos encuentran diferentes soluciones”, indica Payne.

En general, muchas de las dificultades encontradas están relacionadas a la programación, señala la directora. En el caso de los deportes, por ejemplo, algunas escuelas han ajustado la duración de las prácticas o han buscado la forma de usar los campos de manera más eficiente (quizá haciendo que un equipo use una parte del campo para calentar mientras otro equipo termina la sesión de práctica).

El transporte en bus, por lo general, también puede ajustarse sin necesidad de añadir más buses, en ocasiones alterando la secuencia de escuelas que los buses atienden en el distrito, o examinando la eficiencia del horario el cual podría no haber sido reevaluado desde hace muchos años. “Descubrimos que casi todos los distritos tienen al menos una opción que no implica un costo adicional”, afirma Payne. “Cualquier flexibilidad que puedas brindarles a los organizadores del transporte les ayudará a explorar una gama más amplia de opciones”.

Payne recomienda que todos los interesados se involucren en “el desafío logístico que supone rearmar el rompecabezas”.

Otras prácticas óptimas incluyen investigar los métodos aplicados por otros distritos para abordar problemas similares y dedicar el tiempo adecuado tanto para informar sobre la transición (y la justificación detrás de esta), como para llevar a cabo los cambios logísticos. Start School Later incluso tiene una sección de mitos y conceptos erróneos (enlace en inglés) donde abordan algunos de los temas más comunes que se presentan.

Los estudiantes que se han involucrado en la iniciativa suelen ser los mejores embajadores. Rachel Marciano, egresada de Radnor High School en Radnor, Filadelfia, en el año 2020 recuerda haberse reunido con estudiantes de otras escuelas y directores de distritos adyacentes para compartir su experiencia después de que la escuela implementara la transición en la hora de entrada de 7:35 am a 8:30 am. Antes del cambio, “los efectos comenzaban a notarse en los últimos períodos, donde el cansancio nos pasaba factura a todos”, dice.

En el pasado, Marciano se iba a dormir cerca de la medianoche y se despertaba a las 6 am para ir a la escuela. Después del cambio, se iba a dormir a la misma hora, pero ahora podía despertarse a las 7 am.

Retrasar la hora de entrada: una práctica cada vez más común

Terra Ziporyn Snider, directora ejecutiva y cofundadora de Start School Later, ha descubierto que la creciente concientización sobre la importancia de dormir ha llamado la atención de las escuelas interesadas en cambiar su horario de entrada. “Ya se pregunta menos ‘¿deberíamos hacerlo?’ y más ‘¿cuál es la mejor forma de hacerlo?’”, afirma. “Cada vez más los superintendentes y miembros del consejo escolar nos abordan y nos dicen: ‘Queremos hacer esto; ¿nos pueden ayudar?’”.

En el 2019, cuando California se volvió el primer estado del país en exigir el retraso en la hora de entrada a la escuela, el evento obtuvo cobertura internacional, afirma Snider, quien ha monitoreado las noticias relacionadas con retrasar la hora de entrada a la escuela desde que fundó Start School Later en 2011.

Aunque el cambio para las escuelas intermedias y secundarias públicas de California no entrará en vigor hasta el 2022, la transición a las clases en línea, causada por la pandemia, impulsó a algunas escuelas a realizar el cambio antes de lo planeado. En el Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles, el segundo más grande del estado, el año escolar 2020-2021 comenzó con un nuevo horario de entrada más tardío: 9 am (enlace en inglés).

“Cosas que creímos inalterables como el horario escolar… en realidad no lo son”, señala Snider. “Cuando es necesario un cambio se puede hacer”.

Esto ha sido favorable para las horas de sueño de los adolescentes: un estudio publicado en Sleep Medicine en diciembre del 2020 (enlace en inglés) descubrió que los estudiantes cuyo día escolar comenzaba más tarde por las mañanas a raíz del COVID-19 durmieron más tiempo y tuvieron un sueño más reparador que con sus horarios anteriores.

Expertos como Ziporyn Snider esperan que la lección (horas de entrada más tardías promueven el bienestar de los adolescentes) perdure incluso cuando regresen las clases tradicionales.

“La importancia de dormir ha entrado en la conversación pública mucho más que hace 10 años, siendo considerada como un pilar de la salud pública”, señala Snider.

Cuando las escuelas retrasan su hora de entrada “la diferencia es increíble”, agrega Marciano. «Comienzas el día con mucho mejor ánimo”.

Los próximos pasos

Para los padres

Si la escuela de tu hijo comienza sus actividades antes de la hora recomendada, considera unirte a otros padres que tengan la misma opinión y/o formar una sección local de Start School Later (enlace en inglés).

Obtén más información sobre el próximo libro que prepara la autora para los padres (enlace en inglés), el cual gira en torno a la importancia de dormir en la adolescencia.