Inflexibilidad severa. Condición que hace la vida difícil, desafiante o incómoda. Precisión estricta. Así define el diccionario Merriam-Webster a la palabra «rigor».

No es de extrañar que el rigor académico sea malinterpretado. Algunos educadores interpretan el rigor académico como sinónimo de mayor cantidad y mayor dificultad. Por consiguiente, asignan grandes cantidades de tareas o enseñan contenido que está muy por encima del nivel académico de los estudiantes o de su preparación, sin dotar a los estudiantes de las herramientas que necesitan para enfrentar estos desafíos académicos.

Sin embargo, el rigor académico no se trata de eso. En realidad, cuando se aplica de forma correcta, el rigor académico es un enfoque pedagógico invaluable que ayuda a los niños a aprender a reflexionar de forma profunda, a darle un sentido propio a lo aprendido y a ser conscientes de su propio proceso de aprendizaje. Como resultado, los estudiantes obtienen una habilidad para la vida que puede dirigirlos hacia el éxito académico y a la perpetuación del amor por el aprendizaje.

Cómo despertar una pasión permanente por el aprendizaje

«El rigor consiste en que sean los niños quienes hagan el trabajo pesado», explica Jill Lliteras, exdirectora de Prairie Ridge Elementary School en Firestone, Colorado. Con trabajo pesado, ella se refiere a sumirse en un proceso de reflexión profunda.

Piensa en el rigor académico como un proceso de tres etapas. En la primera etapa, los niños aprenden algo nuevo. En la segunda etapa, realizan conexiones entre la nueva información y el conocimiento previo mediante, por ejemplo, asociaciones, comparaciones y contrastes, o evaluando la información. Durante el proceso, podrían mejorar, desarrollar y cambiar la forma en que interpretan una información previa. Este paso, en palabras de un maestro, «ayuda a los niños a apropiarse del aprendizaje». La tercera etapa los lleva un paso más allá: los niños toman lo aprendido y las conexiones que han hecho sobre un concepto, y reflexionan (o escriben, o hablan) durante el proceso de razonamiento. Por ejemplo, un estudiante podría explicar que intentó resolver un problema matemático de cierta forma, pero cuando intentó dibujar el problema, lo interpretó de forma distinta.

«Cuando los niños son capaces de hacer eso», explica Lliteras, «se convierte en una herramienta poderosa». Y de eso se trata el rigor.

¿Cómo se aplica el rigor en el aula de clases?

La directora Lliteras, quien se ha hecho experta en ayudar a las escuelas primarias a implementar el rigor en todos los grados y asignaturas, describe cómo debería ser una lección eficazmente rigurosa en un aula de kínder. Toda la clase lee el popular libro infantil El Mitón, y trabaja en equipo para entender la trama y los personajes. Posteriormente, se le pide a cada niño que imagine un final distinto para la historia. Los niños dibujan sus ideas para los nuevos finales, y luego se graban en los iPads del salón de clases contando el nuevo final de la historia. Incluso podrían discutir por qué el nuevo final encaja con la historia.

Rigor no significa solo más tareas.

Es bastante esfuerzo para un niño de kínder, pero la clase realiza el proceso paso a paso, en equipo. Incluso a esta edad, los niños pueden reflexionar sobre lo que han aprendido y aplicarlo a una nueva situación: en este caso, un nuevo final.

«Una de las cosas que más me gusta del rigor es que centra la atención en el razonamiento», explica Robyn Jackson, autora de How to Plan Rigorous Instruction (Cómo planificar una enseñanza rigurosa, enlace en inglés) y otros materiales sobre el rigor. «Parte de nuestra cultura sobre los exámenes le ha dado más importancia a la respuesta que al razonamiento. Estamos demasiado acostumbrados a dar sin más con la respuesta correcta».

Cuando se implementa el rigor académico, explica Jackson, los maestros les piden a estudiantes de todas las edades que reflexionen de manera profunda y minuciosa sobre el proceso de razonamiento que los conduce a la respuesta de cualquier pregunta. Esto puede lograrse con cualquier lección, en cualquier grado, siempre y cuando se implemente de forma apropiada desde el punto de vista del desarrollo, señala Jackson.

«A medida que los estudiantes maduran, les demuestras cómo hacerlo de forma más minuciosa», explica la autora. Los preadolescentes pueden usar sus habilidades de pensamiento crítico en desarrollo para comparar y contrastar personajes, contextos y tramas de novelas, o para aplicar distintos enfoques a un problema de matemáticas. Posteriormente, pueden hablar sobre su proceso de razonamiento con el maestro y demás compañeros. Los adolescentes pueden discutir un evento histórico o una idea científica, y considerar distintas perspectivas y puntos de vista, para luego discutir su proceso de razonamiento con los demás. Los expertos afirman que el hecho de reflexionar sobre el propio razonamiento y escuchar a los demás explicar el suyo es lo que mejora la comprensión de los niños sobre un tema.

«No le serviremos todo a tu hijo en bandeja de plata», explica Jackson. «Le ayudaremos a darle un sentido propio a lo que aprende».

Evaluando el rigor de las tareas

¿Es rigurosa la tarea de tu hijo? No basta que sean horas de tarea o asignaciones en las que tu hijo se esfuerza, pero que en última instancia no puede realizar. En realidad, las tareas rigurosas deberían tener un propósito claro, y a la vez presentar un desafío alcanzable.

Por ejemplo, hay ocasiones en las que se usan las tareas para practicar una habilidad, como resolver una hoja de trabajo para practicar las tablas de multiplicar, o aprender nuevas cosas como buscar palabras nuevas en el diccionario y escribir la definición. Este tipo de tarea podría tener su utilidad, pero no se considera rigurosa, incluso si es una montaña de hojas de trabajo de matemáticas y 500 palabras ultrasofisticadas del vocabulario académico. Por otro lado, las tareas que desafían a los estudiantes a pensar mientras integran información o habilidades (tales como leer un fragmento y responder preguntas por escrito, o escribir oraciones propias que demuestren el significado de la palabra que acaban de investigar) se acercan más a la idea del rigor.

El aprendizaje riguroso desafía a los niños a incorporar nueva información con lo que ya saben y entender cómo usarla en un nuevo contexto.

«Si notas que tu hijo dedica una noche a poner en práctica una habilidad, excelente. Si se vuelve cosa de todas las noches, algo anda mal», señala Jackson. «Te interesa que durante la segunda noche se profundice más en esa habilidad».

Algunos maestros usan las tareas tanto para evaluar las habilidades como para que los estudiantes reflexionen sobre lo que aprenden y cómo lo aprenden (en otras palabras, ejercitar el músculo del rigor). Podrías ver 20 problemas de práctica en una hoja de trabajo de matemáticas, por ejemplo. Si tu hijo está resolviendo problemas de práctica y posteriormente se le pide que piense sobre el método empleado para resolver los problemas, o lo que ha aprendido o lo que aún se le complica, en eso consiste pedirle a un niño que reflexione a nivel metacognitivo sobre su propio razonamiento. Esto les ayuda a los niños a pensar y a darle un sentido propio a su aprendizaje y a la exactitud del mismo, explica Jackson.

«Hay ocasiones en las que practicar una habilidad resulta útil», dice Jackson, «pero tienes que observar un desarrollo gradual».

Una excelente forma de añadir rigor al aprendizaje de tu hijo (incluso si su maestro no lo hace) es hablarle sobre lo que está aprendiendo. Es aceptable, por supuesto, hacerle preguntas a tu hijo en español y que te responda en inglés o español. Lo importante es que estés comunicando las ideas y reforzando el rigor en el aprendizaje de tu hijo. Si hablas con tu hijo y este puede aplicar una habilidad o información nueva en un contexto, pero no en otro, no está aprendiendo esa agilidad académica que necesita, afirma Jackson. Mediante conversaciones, puedes ayudar a tu hijo a conectar conceptos o ideas, y así obtener esa agilidad.

Otro enfoque es preguntarle a tu hijo lo que ocurrió cuando entregó la tarea.

«Si estoy hablando con mi estudiante [sobre su tarea], quiero escuchar que la discutieron [en clase]. Si se encoge de hombros y dice que la entregó y obtuvo 5 puntos, entonces el acto se limita a una mera ejecución», explica Jackson. «Y eso es totalmente inaceptable».

Reflexiona: «¿Observo a mi hijo razonando o limitándose a seguir instrucciones? Si solo está siguiendo instrucciones, no le está dando un sentido propio a lo que aprende, y eso es un problema».

3 mitos sobre el rigor

1. El rigor implica más trabajo.

No. El rigor no se trata de la cantidad de trabajo, sino de la forma en que los estudiantes trabajan. El objetivo es involucrar a los niños en un desafío productivo, lo que implica usar el razonamiento en desafíos apropiados para su edad y resolver problemas por sí mismos (pero recibiendo apoyo, como colaborando con sus compañeros o recibiendo sugerencias del maestro). Mediante el desafío productivo, los estudiantes adquieren un nuevo entendimiento que se esforzaron por obtener. Si una lección no le exige a tu hijo que trate de darle sentido a la información y saque sus propias conclusiones, entonces carece de rigor.

2. El rigor implica un trabajo más complejo.

Pues, sí y no. Un buen ejemplo sería practicar la jardinería como pasatiempo. Transportar la tierra es difícil. Es un trabajo físicamente exigente. Sin embargo, la parte rigurosa es investigar y determinar qué plantar, dónde y cuándo. Cómo hacer una asociación de cultivos, cómo alimentar a tu familia, señala Jackson. En ocasiones, el trabajo es complejo porque supera el nivel o habilidad del niño. Por otro lado, puede deberse a que el niño carece del conocimiento básico. Si resulta complejo porque coloca obstáculos poco razonables frente al niño y no favorece el pensamiento ni la adquisición de conocimiento, entonces carece de rigor.

3. El rigor implica trabajar con contenido que esté por encima del grado o nivel de desarrollo.

No. El rigor no consiste en asignarle trabajo para el cual el niño no está preparado, explica Jackson. ¿Cuál es el beneficio de hacer trabajo de quinto grado en tercer grado? «No quiero escuchar lo ‘avanzado’ que es el trabajo», dice Jackson, «Quiero escuchar qué tan desafiante es a nivel intelectual». En lugar de adelantarse con las habilidades, los padres deberían prestar atención a los métodos que emplean los maestros para pedirles a los niños que profundicen en las habilidades requeridas para su grado académico. El objetivo es que los niños alcancen una comprensión profunda y se sientan seguros de aplicar sus conocimientos en distintos contextos y para distintos propósitos.

Lo que interesa, aconseja Jackson, es que tu hijo se involucre en situaciones que resulten desafiantes porque el problema en el que está trabajando es complejo y a la vez lo inspira a pensar de forma profunda y creativa. Esto lo hace pensar. Y luego, idealmente, lo hace pensar sobre su forma de pensar.

En conclusión: si no les exige a los niños que piensen por sí mismos, no es rigor.

Puntos clave

Para los padres

  • Cuando ves a tu hijo haciendo la tarea, intenta determinar qué clase de tarea es. Una hoja de trabajo con un montón de preguntas de memorización donde los niños deben escribir las respuestas está bien, pero también te interesa ver espacios donde a tu hijo se le pide que saque sus propias conclusiones con base en la información. ¿Se limita tu hijo a seguir órdenes o le piden que analice la información de forma minuciosa? ¿Se le pide que agregue sus propias ideas? ¿Se le pide a tu hijo que reflexione sobre su razonamiento, aprendizaje o progreso?
  • ¿Te preocupa que a tu hijo no le estén asignando trabajo riguroso? Puedes añadir rigor a las conversaciones que tienes con tu hijo al entablar charlas creativas que lo desafíen a pensar más allá de la respuesta correcta. Tras ver una película, discutan sobre algún final alternativo, hablen sobre un periodo histórico que les gustaría vivir y por qué, o intenten inventar herramientas para resolver problemas cotidianos.

Para los docentes y administradores

Para los administradores

  • Denle un vistazo a Mindsteps (enlace en inglés), la organización de Robyn Jackson que ayuda a los administradores escolares a aprender e implementar el rigor en el aula de clases y en toda la escuela.